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Lectura de Hoy

15-04-2024

DEVOCIONAL

Devocional: Levítico 19

Tal vez la característica más destacable de Levítico 19 sea la afirmación, repetida varias veces, “Yo soy el Señor”. En cada caso, esta afirmación ofrece a los israelitas la razón por la cual deben obedecer un mandamiento determinado.
Cada uno debe respetar a su padre y a su madre, y debe observar los sábados de Dios: “Yo soy el Señor” (19:3). No deben sucumbir a la idolatría. En la cosecha, han de dejar sin recoger lo suficiente como para que los pobres encontrasen de qué alimentarse: “Yo soy el Señor” (19:10). No debían jurar falsamente en nombre de Dios: “Yo soy el Señor” (19:12). No debían gastar bromas viles a expensas de los minusválidos, como maldecir a los sordos o poner piedras de tropiezo delante de los ciegos: “Yo soy el Señor” (19:14). No debían cometer ninguna acción que pusiera en peligro la vida de un prójimo: “Yo soy el Señor” (19:16). No debían ni buscar vengarse ni guardar rencor contra ningún prójimo, sino que cada uno debía amar al prójimo como a uno mismo: “Yo soy el Señor” (19:18). Al entrar en la tierra prometida, después de plantar un árbol, no debían comer el fruto durante un período de tres años, y luego debían ofrecer todos los frutos de todos los árboles en el cuarto año, antes de comer de ellos a partir del quinto año: “Yo soy el Señor” (19:23-25). No debían ni manipular ni tatuar sus cuerpos: “Yo soy el Señor” (19:28). Debían respetar los sábados de Dios y reverenciar el santuario: “Yo soy el Señor” (19:30). No debían recurrir ni a médiums ni a espiritistas: “yo soy el Señor” (19:31). Debían levantarse en presencia de los ancianos, y tener temor a Dios: “Yo soy el Señor” (19:32). Los extranjeros y los residentes en la tierra debían ser tratados como si fuesen nativos: “Yo soy el Señor” (19:33-34). Los negocios debían ser transparentes: “Yo soy el Señor” (19:35-36).
Aunque es cierto que hay algunos mandamientos en este capítulo que no acaban con esta fórmula, no obstante, todos quedan recogidos bajo la misma bendición, pues el último versículo resume el capítulo por completo: “Obedeced todos mis estatutos. Poned por obra todos mis preceptos. Yo soy el Señor” (19:37).
Además, a juzgar por el primer versículo del capítulo, la fórmula “Yo soy el Señor” es, de hecho, un recordatorio de otra afirmación más larga: “El Señor le ordenó a Moisés que hablara con toda la asamblea de los israelitas y les dijera: «Sed santos, porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo” (19:1). Ya hemos reflexionado en el significado de la palabra “santo” (ver 8 de abril). Aquí, lo que nos llama la atención es que muchos de los mandamientos son sociales en cuanto a sus efectos (honestidad, generosidad, integridad, entre otros); no obstante, el verdadero fundamento de todos ellos es la santidad de Yahvé. Para el pueblo del pacto, las motivaciones más altas tienen que ver con agradar a Dios y temer su castigo.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Eclesiastés 2
Antes de analizar el argumento de Eclesiastés 2, debemos detenernos en una línea del capítulo 1. Preparándose para explorar con sabiduría “todo cuanto se hace bajo el cielo”, el Maestro llega a una conclusión: “¡Penosa tarea ha impuesto Dios al género humano para abrumarlo con ella!” (1:13). Algunos podrían creer que esta declaración surge de la amargura más que de la fe, pero al menos demuestra que Qohelet nunca cae en el ateísmo. Aquellos que lean Eclesiastés teniendo en cuenta el marco de todas las Escrituras descubrirán sin duda algo más. A este lado de la caída, Dios ha impuesto sobre el orden creado una disciplina con una intención, una maldición con un propósito. Pablo comprende este hecho y puede estar pensando en Eclesiastés cuando escribe: “La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza” (Romanos 8:20-21).
Así pues, el Maestro comienza ahora su exploración de diversos ámbitos:
(a) Busca el placer y el vino (2:1-3). No es que el placer nunca sea agradable, sino que cuanto más se persiga, más rápido desaparece ante nosotros, y nos vemos queriendo “alcanzar el viento” (1:17). Es algo muy efímero e insatisfactorio que las personas buscan “durante los contados días de su vida” (2:3).
(b) Seguidamente, decide construir una gran propiedad, con todos los placeres vinculados al éxito y al dinero. Es suficientemente honesto como para reconocer que su corazón se agradó en su obra. Esa satisfacción fue la recompensa de su labor (2:10). Sin embargo, mira al pasado, a sus proyectos y al “trabajo que me había costado realizarlos” (2:11), y sabe que no tienen valor eterno alguno; también son “absurdos, un correr tras el viento” (2:11). Tiene que dejarlos todos atrás, independientemente de que su heredero sea sabio o necio (2:19).
(c) Incluso la búsqueda de la sabiduría parece inútil (2:12-16). Tanto los sabios como los necios acaban muriendo; ninguno de ellos será recordado mucho después de morir. Qohelet no niega que la sabiduría sea mejor que la necedad (2:13), pero insiste en que la muerte los abate a todos. La sabiduría y la necedad no existen por sí mismas, sino que hay seres humanos sabios y necios, y todos ellos mueren.
La valoración preliminar al final del capítulo (2:24-26) anuncia la llegada de más argumentos. El trabajo y los alimentos producen un placer dado por Dios. Parte del problema reside en poner demasiado empeño en intentar extraer de ellos más significado del que realmente poseen. Son placeres auténticos de Dios. Él “da sabiduría, conocimientos y alegría a quien es de su agrado”, mientras que la vida del pecador está profundamente vacía.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
Levítico 19
Varias leyes y ordenanzas
19 Entonces el SEÑOR le dijo a Moisés: «Habla a toda la congregación de los israelitas y diles: “Santos serán porque Yo, el SEÑOR su Dios, soy santo. Cada uno de ustedes ha de reverenciar a su madre y a su padre, y guardarán Mis días de reposo. Yo soy el SEÑOR su Dios. No se vuelvan a los ídolos, ni se hagan dioses de fundición; Yo soy el SEÑOR su Dios.
”Cuando ofrezcan sacrificio de ofrendas de paz al SEÑOR, ofrézcanlo de tal manera que sean aceptos. Será comido el mismo día que lo ofrezcan y al día siguiente; pero lo que quede hasta el tercer día será quemado en el fuego. Y si se come algo de él en el tercer día, es una abominación; no será acepto. Y todo el que lo coma llevará su iniquidad, porque ha profanado lo santo del SEÑOR; y esa persona será exterminada de entre su pueblo.
”Cuando siegues la cosecha de tu tierra, no segarás hasta los últimos rincones de tu campo, ni espigarás el sobrante de tu cosecha. 10 Tampoco rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de tu viña; lo dejarás para el pobre y para el extranjero. Yo soy el SEÑOR su Dios.
11 ”No hurtarán, ni engañarán, ni se mentirán unos a otros. 12 Y no jurarán en falso por Mi nombre, profanando así el nombre de tu Dios. Yo soy el SEÑOR.
13 ”No oprimirás a tu prójimo, ni le robarás. El salario de un jornalero no ha de quedar contigo toda la noche hasta la mañana. 14 No maldecirás al sordo, ni pondrás tropiezo delante del ciego, sino que tendrás temor de tu Dios. Yo soy el SEÑOR.
15 ”No harás injusticia en el juicio; no favorecerás al pobre ni complacerás al rico, sino que con justicia juzgarás a tu prójimo. 16 No andarás de calumniador entre tu pueblo; no harás nada contra la vida de tu prójimo. Yo soy el SEÑOR.
17 ”No odiarás a tu compatriota en tu corazón; ciertamente podrás reprender a tu prójimo, pero no incurrirás en pecado a causa de él. 18 No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el SEÑOR.
19 ”Mis estatutos guardarán. No juntarás dos clases distintas de tu ganado; no sembrarás tu campo con dos clases de semilla, ni te pondrás un vestido con mezcla de dos clases de material. 20 Si un hombre se acuesta con una mujer que sea sierva adquirida para otro hombre, pero que no haya sido redimida ni se le haya dado su libertad, habrá castigo; sin embargo, no se les dará muerte, porque ella no era libre. 21 Pero él traerá al Señor su ofrenda por la culpa a la entrada de la tienda de reunión; traerá un carnero como ofrenda por la culpa. 22 Y el sacerdote hará expiación por él con el carnero de la ofrenda por la culpa, delante del SEÑOR, por el pecado que ha cometido; y el pecado que ha cometido le será perdonado.
23 ”Cuando ustedes entren en la tierra y planten toda clase de árboles frutales, tendrán por prohibido su fruto. Por tres años les será prohibido; no se comerá. 24 Pero en el cuarto año todo su fruto les será santo, una ofrenda de alabanza al SEÑOR. 25 En el quinto año comerán de su fruto, para que les aumente su rendimiento. Yo soy el SEÑOR su Dios.
26 ”No comerán cosa alguna con su sangre, ni serán adivinos ni agoreros. 27 No se cortarán los extremos de su cabellera en forma circular, ni se dañarán los bordes de su barba. 28 No se harán sajaduras en su cuerpo por un muerto, ni se harán tatuajes. Yo soy el SEÑOR.
29 ”No degradarás a tu hija haciendo que se prostituya, para que la tierra no se entregue a la prostitución ni se llene de corrupción. 30 Mis días de reposo guardarán y tendrán Mi santuario en reverencia. Yo soy el SEÑOR.
sup>31 ”No se vuelvan a los adivinos ni a los espiritistas, ni los busquen para ser contaminados por ellos. Yo soy el SEÑOR su Dios.
32 ”Delante de las canas te pondrás en pie; honrarás al anciano, y a tu Dios temerás. Yo soy el SEÑOR.
33 ”Cuando un extranjero resida con ustedes en su tierra, no lo maltratarán. 34 El extranjero que resida con ustedes les será como uno nacido entre ustedes, y lo amarás como a ti mismo, porque ustedes fueron extranjeros en la tierra de Egipto. Yo soy el SEÑOR su Dios.
35 ”No harán injusticia en los juicios, ni en las medidas de peso ni de capacidad. 36 Tendrán balanzas justas y pesas justas, un efa justo (22 litros) y un hin justo (3.7 litros). Yo soy el SEÑOR su Dios que los saqué de la tierra de Egipto. 37 Así pues, observarán todos mis estatutos y todas mis ordenanzas, y los cumplirán. Yo soy el SEÑOR”».

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com
Salmos 23-24
LIBRO PRIMERO
El SEÑOR es mi pastor
Salmo de David.
23 El SEÑOR es mi pastor,
Nada me faltará.
En lugares de verdes pastos me hace descansar;
Junto a aguas de reposo me conduce.
Él restaura mi alma;
Me guía por senderos de justicia
Por amor de Su nombre.
Aunque pase por el valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo;
Tu vara y Tu cayado me infunden aliento.
Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos;
Has ungido mi cabeza con aceite;
Mi copa está rebosando.
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días
de mi vida,
Y en la casa del SEÑOR moraré por largos días.

Entrada del rey de gloria
Salmo de David
.

24 Del SEÑOR es la tierra y todo lo que hay en ella,
El mundo y los que en él habitan.
Porque Él la fundó sobre los mares,
Y la asentó sobre los ríos.
¿Quién subirá al monte del SEÑOR?
¿Y quién podrá estar en Su lugar santo?
El de manos limpias y corazón puro,
El que no ha alzado su alma a la falsedad
Ni jurado con engaño.
Ese recibirá bendición del SEÑOR,
Y justicia del Dios de su salvación.
Tal es la generación de los que lo buscan,
De los que buscan Tu rostro, como Jacob.        (Selah)
Alcen, oh puertas, sus cabezas,
álcense, puertas eternas,
Para que entre el Rey de la gloria.
¿Quién es este Rey de la gloria?
El SEÑOR, fuerte y poderoso;
El SEÑOR, poderoso en batalla.
Álcen, oh puertas, sus cabezas,
Álcenlas, puertas eternas,
Para que entre el Rey de la gloria.
10 ¿Quién es este Rey de la gloria?
El SEÑOR de los ejércitos,
Él es el Rey de la gloria.        (Selah)

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Eclesiastés 2
Vanidad de las cosas terrenales

2 Entonces me dije: «Ven ahora, te probaré con el placer; diviértete». Y resultó que también esto era vanidad. Dije de la risa: «Es locura»; y del placer: «¿Qué logra esto?». Consideré en mi corazón estimular mi cuerpo con el vino, mientras mi corazón me guiaba con sabiduría, y echar mano de la insensatez, hasta que pudiera ver qué hay de bueno bajo el cielo que los hijos de los hombres hacen en los contados días de su vida.
Engrandecí mis obras, me edifiqué casas, me planté viñas; me hice jardines y huertos, y planté en ellos toda clase de árboles frutales; me hice estanques de aguas para regar el bosque con árboles en pleno crecimiento. Compré esclavos y esclavas, y tuve esclavos nacidos en casa. Tuve también ganados, vacas y ovejas, más que todos los que me precedieron en Jerusalén. Reuní también plata y oro para mí y el tesoro de los reyes y de las provincias. Me proveí de cantores y cantoras, y de los placeres de los hombres, de muchas concubinas.
Me engrandecí y superé a todos los que me precedieron en Jerusalén; también la sabiduría permaneció conmigo. 10 Y de todo cuanto mis ojos deseaban, nada les negué, ni privé a mi corazón de ningún placer, porque mi corazón gozaba de todo mi trabajo. Esta fue la recompensa de toda mi labor. 11 Consideré luego todas las obras que mis manos habían hecho y el trabajo en que me había empeñado, y resultó que todo era vanidad y correr tras el viento, y sin provecho bajo el sol.
12 Yo volví, pues, a considerar la sabiduría, la locura y la insensatez. Porque ¿qué hará el hombre que venga después del rey sino lo que ya ha sido hecho? 13 Y yo vi que la sabiduría sobrepasa a la insensatez, como la luz a las tinieblas.
14 El sabio tiene ojos en su cabeza,
Pero el necio anda en tinieblas.
Aunque yo sé también que ambos corren la misma suerte.
15 Entonces me dije: «Como la suerte del necio, así también será la mía. ¿Para qué, pues, me aprovecha haber sido tan sabio?». Y me dije: «También esto es vanidad. 16 Porque no hay memoria duradera del sabio ni del necio, ya que todos serán olvidados en los días venideros. ¡Cómo mueren tanto el sabio como el necio!». 17 Y aborrecí la vida, porque me era penosa la obra que se hace bajo el sol, pues todo es vanidad y correr tras el viento.
18 Asimismo aborrecí todo el fruto de mi trabajo con que me había afanado bajo el sol, el cual tendré que dejar al hombre que vendrá después de mí. 19 ¿Y quién sabe si será sabio o necio? Sin embargo, él tendrá dominio sobre todo el fruto de mi trabajo con que me afané obrando sabiamente bajo el sol. También esto es vanidad.
20 Por tanto me desesperé en gran manera por todo el fruto de mi trabajo con que me había afanado bajo el sol. 21 Cuando hay un hombre que ha trabajado con sabiduría, con conocimiento y con destreza, y da su hacienda al que no ha trabajado en ella, esto también es vanidad y un mal muy grande. 22 Pues, ¿qué recibe el hombre de todo su trabajo y del esfuerzo de su corazón con que se afana bajo el sol? 23 Porque durante todos sus días su tarea es dolorosa y penosa; ni aun de noche descansa su corazón. También esto es vanidad.
24 No hay nada mejor para el hombre que comer y beber y decirse que su trabajo es bueno. Yo he visto que también esto es de la mano de Dios. 25 Porque ¿quién comerá y quién se alegrará sin Él? 26 Porque a la persona que le agrada, Él le ha dado sabiduría, conocimiento y gozo; pero al pecador le ha dado la tarea de recoger y amontonar para dárselo al que agrada a Dios. Esto también es vanidad y correr tras el viento.

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1 Timoteo 4
Predicción de la apostasía
4 El Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos se apartarán de la fe, prestando atención a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios, mediante la hipocresía de mentirosos que tienen cauterizada la conciencia. Esos prohibirán casarse y mandarán abstenerse de algunos alimentos, que Dios los ha creado para que con acción de gracias participen de ellos los que creen y que han conocido la verdad. Porque todo lo creado por Dios es bueno y nada se debe rechazar si se recibe con acción de gracias; porque es santificado mediante la palabra de Dios y la oración.

El buen ministro de Cristo

Al señalar estas cosas a los hermanos serás un buen ministro de Cristo Jesús, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido. Pero nada tengas que ver con las fábulas profanas propias de viejas. Más bien disciplínate a ti mismo para la piedad. Porque el ejercicio físico aprovecha poco, pero la piedad es provechosa para todo, pues tiene promesa para la vida presente y también para la futura. Palabra fiel es esta, y digna de ser aceptada por todos. 10 Porque por esto trabajamos y nos esforzamos, porque hemos puesto nuestra esperanza en el Dios vivo, que es el Salvador de todos los hombres, especialmente de los creyentes. 11 Esto manda y enseña. 12 No permitas que nadie menosprecie tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza. 13 Entretanto que llego, ocúpate en la lectura de las Escrituras, la exhortación y la enseñanza. 14 No descuides el don espiritual que está en ti, que te fue conferido por medio de la profecía con la imposición de manos del presbiterio. 15 Reflexiona sobre estas cosas; dedícate a ellas, para que tu aprovechamiento sea evidente a todos. 16 Ten cuidado de ti mismo y de la enseñanza. Persevera en estas cosas, porque haciéndolo asegurarás la salvación tanto para ti mismo como para los que te escuchan.

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